Este desarrollo del niño es desde los 2 a los 6 años. La maduración y la motivación son
fundamentales; también lo son los padres y los pares como agentes
socializadores principales.
Los padres, influidos por la
cultura, afectan de muchas formas a sus pequeños hijos. En efecto, ellos son
moldeados por las experiencias culturales de distintas formas, que se aprecian
en su juego, la relación con sus padres y su expresión emocional.
En esta etapa, los niños
desarrollan el orgullo.
Los niños de 3 a 5 años tienen
conceptos poco modestos y muy positivos, que los mantienen en alta autoestima.
Ellos creen que son fuertes, valientes y bien parecidos, que por lo tanto
pueden alcanzar cualquier objetivo (Erikson).
Esto quiere decir que el niño se
siente seguro, valiente y que nadie puede pararle, pueden lograr lo que se
proponen y no perder su entusiasmo por continuar a pesar de sus errores, aunque
esto les afecta, pero de diferentes maneras.
A algunos niños el fracasar les
afecta más que a otros y por lo tanto son menos resilientes a estas
dificultades de la vida. Los pequeños expresan sus emociones de manera interna
o externa, lo cual en algunos casos puede ser influenciado por sus pares, padres o genéticamente.

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